martes, 24 de mayo de 2011

Inventario

La anécdota como todas las anécdotas de los cuentos es simple:

Un día equis, la protagonista (con nombre elegido del compendio de figuras emblemáticas para que los críticos literarios o los adictos a rascar las hojas encuentren la tesis reveladora del sentido universal las claves cifradas del texto o sin él para sustentar la tesis de la negación del personaje en mise en abime de los alter egos del escritor y su neoneoneoneoneoneonismo posgvanguardista) se cruza con un pato (nota a pie, ¿a qué tipo de aves pertenecen los patos que no hablan?) y llevarlo a casa, la comunicación es simple: dos cua cua significan telepatía perfecta. La relación pato protagonista se ve alterada en el momento que el pato enmudece, lo que provoca una reacción inesperada para el lector y para el pato.

Opciones de final:
a) El pato al horno con salsa de mostaza es buena opción

b)El pato feo se convierte en príncipe hermoso y llegan a un acuerdo de repartición de bienes, ella se queda con la casa y la pensión alimenticia y él conserva su nombre de soltero

c) El pato interna en una clínica psiquiátrica a la protagonista y se convierte en escritor de libros de superación personal

d) Un asado de ella a la parrilla con papas y guacamole es mejor opción

e) La protagonista, después de cortarle las alas (¡los patos no vuelan! ¿o sí?) lo manda a volar

f) El pato le corta la lengua y las piernas y la convierte en discapacitada telepática

g) cambio de código: Un silencio significa telepatía imperfecta pero soportable hasta que el hedor de la descomposición altera nuevamente el curso de la narración y volvemos a las opciones

martes, 17 de mayo de 2011

Dopamina y otras culpables que cuentan



Después de la espera por fin puedo verlo, tocarlo, leer en la primera de forros un nombre que suena a mi nombre. Observo los paquetes y observo el ejemplar que está sobre el escritorio, la sensación es un híbrido enrarecido.



Verónica León. Dopamina y otras culpables que cuentan. Ediciones Poetas en construcción A.C., México, 2011. Poemario triunfador en el Primer concurso de poesía Poetas en Construcción 2010.






Poesía y tiempo o un poema en descuento (fragmento)


Hay días que pasan sin contar

Otros que te cuentan desde el comienzo

El tiempo no inventa

Acomula, suma, resta, anula

La escritura es un ser infinito caminando a la inversa

Ella regresa siempre

Él la espera nunca

Sus manos se reconocen

Sus manos rompen y atan

No aprendieron a contarse

Él rescata la tinta, los labios, un intento

Ella el resto lo guarda en un abismo ojos negros de otro abismo

Decide dejar de contar con los dedos lo incotable

Cortarlos, impedir que hablen recorriendo

Buscando pretextos, sacudidad, un intento

Hay días que es mejor detener la enumeración infinita de letras

Detenerse en final y no regresar

Contar las palabras

Escribir los minutos



domingo, 1 de mayo de 2011

Sin epitafios

Desde la ventana
la cuidad parece un escaparate de luces naranjas
una caja de ruidos urbanos que se pierden
se acercan
se confunden
el asfalto: suena
las luces intermitentes de los autos
la aceleración
el freno: suenan
los pasos suenan a masas corporales
a existencias automáticas
Los truenos iluminan de otra forma y todo parece extraño
se agranda el espacio por un instante
se pierden las horas que suenan a la monotonía de la lluvia en la ventana del segundo piso de una casa alquilada en la esquina del cruce de una avenida
me ilumina el ruido del relampago por un momento
y mis manos teclean mensaje borroneados por el agua
me arrinconan las palabras en la arista de un ángulo imaginario
el silencio se cuela en la memoria y trae fantasmas antiguos
antepasados de mesas comunes y olores a tiempo y té de canela
a lociones de naranjo y mugre acumulado bajo las camas
Ya hablé de mi baño público privado de mis ancestros
ya hablé de los cajones metálicos que a veces se abren y dejan escapar manías torpez de sozollos en los rincones de la casa
mi casa de papel fue alquilada
los arrendadores se marcharon
se llevaron la tinta y mi piel
regresan puntuales a cobrar su existencia momentanea
los espero cada siglo
se marchan antes
me dejan sin túneles y sin manchas rojas
mis plabras siempre rojas
tan rojas como cada letra disimulada que me tragué con ansia hambruma precoz
Desde la ventana
no sé inventar epitafios
simple aprendiz voyerista de poemas y nombres que me nombran y miro pasar la vida del otro lado de las palabras